La temporada de calçots en España generalmente comienza en noviembre y se extiende hasta abril, alcanzando su punto máximo en enero y febrero.
Estos meses son ideales para su cultivo debido a las temperaturas frescas y el suelo húmedo. Los calçots se cultivan principalmente en Cataluña y Valencia siendo Tarragona y Valls como dos de las zonas con más tradición en el consumo de este manjar.
Uno de los platos más queridos en Cataluña es el calçot. Tiene una temporada específica que coincide con los meses más fríos del año y se celebra en todo el país con fiestas y reuniones familiares.
Propiedades de los calçots
Los calçots son una variedad de cebolla tierna, parecida a un puerro, que se cultiva de manera especial para obtener su sabor característico. Estas verduras se caracterizan por su forma alargada y su tonalidad blanca, con una textura suave y crujiente cuando se cocinan a la brasa. Entre sus propiedades nutricionales se encuentran:
- Vitaminas y minerales: Los calçots son ricos en vitaminas C y E, así como en potasio.
- Fibra dietética: Contienen fibra, lo que favorece la digestión y ayuda a mantener un sistema gastrointestinal saludable.
- Bajos en calorías: Son bajos en calorías y grasas, lo que los convierte en una opción saludable para incluir en una dieta equilibrada.
Beneficios de los calçots
Además de ser una deliciosa delicia culinaria, los calçots ofrecen varios beneficios para la salud:
- Salud digestiva: La fibra presente en los calçots promueve una digestión saludable y puede ayudar a prevenir el estreñimiento.
- Antioxidantes: Los calçots contienen antioxidantes como la vitamina C, que ayudan a combatir los radicales libres en el cuerpo.
- Hidratación: Su alto contenido de agua ayuda a mantener una buena hidratación.
Qué son los calçots
Los calçots son únicos tanto en sabor como en método de preparación. Para disfrutar de su delicioso sabor, se cocinan tradicionalmente a la brasa o en una llama abierta hasta que la capa exterior se queme y la carne interior quede tierna y suave. Luego, se pelan manualmente, dejando una textura suave y un sabor ahumado.
Se sirven típicamente con una salsa llamada «salsa romesco«, que se elabora a base de almendras, tomates secos, aceite de oliva, ñora (un tipo de pimiento) y ajo. Esta salsa complementa perfectamente el sabor suave y ahumado de los calçots, creando una combinación inigualable de sabores.